jueves, 5 de febrero de 2009

Adiós al juicio que me quedaba


Hace años me diagosticaron Bruxismo. Aunque suena a enfermedad terminal (‘Tiene usted el síndrome de Stitthauser’, dice el médico al paciente. Este responde: ‘¡Dios mío! ¿Y es mortal, doctor?’. Y el médico le contesta. ‘Aún no lo sabemos, Señor Stitthauser’) en realidad se reduce a que rechino los dientes al dormir. Por ello mientras estuve en Barcelona un dentista me hizo una férula que debo llevar por la noche.

El caso es que esta férula se estaba desplazando por culpa de las muelas del juicio, que seguían creciendo, así que me las han quitado. Una por una, a intervalos de 15-20 días. Esta mañana me sacaron la última. Aunque haya gente que le dé asco, las he guardado. Quizá incluso pida que, cuando me muera, las metan en la caja. Suena a rito ancestral, ¿verdad?

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