martes, 16 de diciembre de 2008

La Aduana


Esta mañana acompañé a mis padres a San Carlos, la finca que tiene mi familia en la sierra, llamada comúnmente La Aduana. El sitio está abandonado y se ha convertido en una jungla. Los ladrones expoliaron hasta las tejas, y regularmente entran para robar los frutales. Se puede ver el estado actual aquí.

Cuando nos íbamos nos topamos con un par de estos robaperas. Un señor mayor y un chaval con gafas molonas. Cuando les pedimos que se fueran nos dijo el señor que ya que estaba allí que iba a coger unas naranjas. Vaya morro. Se fueron a regañadientes y se quedaron esperando en una vuelta del camino a ver si nos íbamos. Finalmente cogieron su coche y se fueron.

Me sigue sorprendiendo la jeta que mucha gente le echa a la vida. Supongo que porque soy un inocente. Es lo que hay.