martes, 26 de mayo de 2009

De la publicidad engañosa de películas


Desde que escuché hablar de la película ‘Melvin y Howard’ (1980) estuve interesado en verla:

‘Pobre Melvin. Todo lo que quería era ser lechero del mes. En cambio perdió su trabajo, su camión y su mujer. Entonces Howard Hughes le dejó en herencia 156 millones de dólares’

Suena prometedor, ¿verdad? Es un excelente punto de partida para una comedia. El póster de la película te manda un mensaje abiertamente simpático sobre el contenido de la peli: Pobre tipo sin suerte se convierte en asquerosamente rico y ajusta cuentas, consiguiendo de paso a la chica de sus sueños. El millonario generoso será un excelente personaje secundario, lleno de frases hilarantes. Puedo ver un montón de situaciones potencialmente divertidas.

Gracias a las modernas redes de distribución (esto es, Emule) me descargué la película. Bien, pues no es una comedia. Como mucho una tragicomedia costumbrista. Dura 91 min, y hasta el min 75 no se revela el asunto de la herencia. Hasta entonces la trama sigue las andanzas de Melvin, su incapacidad para retener un trabajo, las malas decisiones que toma, los abandonos de su mujer... Esos últimos 16 minutos te dejan con un regusto ligeramente amargo en la boca, ya que comprendes que aunque finalmente los abogados no le saquen hasta el último centavo, Melvin solo malgastaría el dinero hasta volver a caer en el arroyo.

No se me malinterprete. La película es bastante buena. Ganó dos oscars, y estuvo nominado a otro (cuando los oscars significaban algo). Sencillamente me gustaría que la hubieran publicitado de acuerdo a su contenido. No traten de vendérmela como una comedia. Me puedo imaginar a los responsables de márketing tras la proyección. ‘¿Quién quiere ir a ver una película tragicómica en que el chico es un perdedor, pierde a la chica y posiblemente el dinero? Mejor mentimos. Al menos algunos irán engañados los primeros días’.

Seguro que te ha pasado algo semejante en películas recientes. Creo que el problema es la falta de canales de distribución para productos alternativos, que tienen que ser metidos con calzador en los canales de distribución masivos y publicitados para tratar de agradar a todos los públicos. Quién sabe. Quizá algún día este tipo de productos puedan llegar a su público objetivo sin necesidad de mentir a nadie.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cuestión de método


Acabo de terminar la octava revisión del tratamiento de la novela. Espero que el noveno (el décimo, todo lo más) sea el definitivo.

Uno de los principales problemas con que me he topado al escribir la novela es mi falta de método. No he escrito ninguna antes, y estoy improvisando el procedimiento conforme escribo. He leído sobre novelistas que escribían sus obras del tirón, sin re-escrituras (Alejandro Dumas, creo recordar). Para mí es imposible.

El sistema que estoy tratando de seguir está basado en tres fases: Tratamiento, Borrador y testeo. El tratamiento contiene todas las acciones y eventos de la trama, pero sin diálogos. El objetivo es evitar cambios posteriores que me hagan perder tiempo. Es la fase en que me encuentro, y está en sus últimos estadios. Más de 60 folios llevo.

El borrador ya contendrá todos los diálogos, mientras que el testeo consistirá en unas consultas a personas seleccionadas, sobre las cuales consideraré hacer cambios en la trama. A ver qué tal sale. Seguiremos informando.