
Mi carrera profesional ha tenido un punto errante. Mi intención adolescente de dedicarme al cine evolucionó hacia la televisión, para terminar trabajando en la industria del videojuego.
He trabajado en no menos de 15 empresas. Las he conocido que te trataban bien y mal, te pagaban mejor o peor, perversas e indolentes. Sin embargo creo que mi empresa anterior, Pyro Studios, es un caso único en un aspecto: Alguien la denominó ‘el sitio donde todo el mundo ha estado y todo el mundo se ha ido’.
Breve repaso histórico: Pyro se fundó con la creación de ‘Commandos’, un excelente diseño que se vendió muy bien allá por 1996. Desde entonces, el estudio ha sacado otros 6 juegos. Los últimos títulos terminados corrieron una suerte decreciente en ventas, aunque en general con buenas puntuaciones. La puntilla llegó con el Commandos Strike Force, un fracaso en ambos sentidos.
A día de hoy el futuro de la empresa es incierto. Si bien los managers tienen una visión optimista del futuro, entre los trabajadores el desánimo es moneda común. Como los sueldos tampoco son nada extraordinarios, todos los años se van en torno a 20 curritos. Siempre había sucedido, pero solían esperar a cerrar los juegos. Últimamente se van a mitad de proyecto.
Sin embargo y mirando el vaso medio lleno, dado que el trabajo se saca más con testiculina que organización, se suelen crear fuertes vínculos entre los miembros del equipo. En otras palabras: tu carrera no progresa, pero al menos haces amigos.