domingo, 10 de febrero de 2008

Estocolmo


La semana pasada mi empresa me mandó a Estocolmo para reunirme con los dueños y hablar del diseño del proyecto en que trabajo. Apenas estuve 3 días, y la verdad, me los pasé encerrado en una sala de reuniones con 6-7 suecos feos. Apenas tuve oportunidad de echar unas fotos cuando salía de noche de la oficina (puedes verlas aquí) camino al hotel.

En cualquier caso Estocolmo me causó una sensación extraña. Similar a la que tuve con Praga. En su día, Praga me pareció un sitio algo desolado (a excepción del casco histórico, claro), con edificios grises, romos y faltos de encanto. Muy funcional todo. Lo achaqué a los años tras el telón de acero. Sin embargo, Estocolmo es semejante, y nunca estuvo en la órbita soviética. Quizá necesite más tiempo visitándola, pero en conjunto me dio igualmente la sensación de que no había mucha vida desde el interior de los edificios hacia afuera. Como si el frío hiciera retroceder la calidez hacia el interior. Los comercios tampoco están especialmente abiertos al público, algunos parecen casas particulares con pequeños escaparates. Al igual que Praga, no era fácil encontrar un cajero automático.

Con todo, no sería justo igualar ambas ciudades, y menos con el poco tiempo que pasé allí. Apenas sensaciones superficiales. Estocolmo parece más moderna (seguro que Praga lo parece más desde que fui, hace 6 años), con algunos monumentos y edificios significativos, más anuncios y luces. Quizá eso sea lo que marque mi percepción de si una ciudad es moderna o no: el número de anuncios, letreros y neones que veo por las calles. Seré como los indios de Colón, me gustan las cosas brillantes.

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